lunes, 12 de septiembre de 2011

Medicinas para el cerebro

¡Ah! Esas pastillitas que me ayudan tanto a dormir, esas fáciles amigas que sirven tanto para dormir o simplemente sonreír de manera más "sincera", pues me logran hacer sentir en casos eufórico o en otros un tanto ido para no sentir. Pensar que son sólo químicos que afectan a esa máquina y la hacen trabajar de maneras diferentes, pero supongo que es por mi bienestar. Recuerdo que sin ellas no dormía casi nada, me costaba trabajo socializar, se me dificultaba mantenerme en este mundo y debía partir a uno de mi invención.
De la manera más estúpida (lo acepto) he experimentado con mi organismo y me por deseo de curiosidad enferma, inventé unas pócimas que han alterado mis percepciones más allá de lo que cualquiera podría imaginar. Claro el psiquiatra me regaña, pero eso no elimina mi capacidad de introducirme pastillitas que sean nuevas para experimentar.
Ahora a lo que iba, esas medicinas son peligrosas, cambian el estado de ánimo de alguien, lo vuelven una persona distinta, es un medio de controlar a la gente y volverla alguien común, un autómata dedicado al cumplimiento del sistema. Esta bien lo acepto, pertenezco a esta sociedad, por lo tanto, soy parte del sistema, pero debo mencionar que aun estando en esté, uno puede ir en contra del mismo (no en todo, sino en ciertos aspectos).
La mayoría de las pastillitas causan una dependencia, una que siento ya en mi, una figura de adicto por cosas que no se pueden conseguir de manera fácil, pero son tan buenas que sé que son malas, me causan tanto bienestar, como una desesperación por olvidarme quien soy, quien fui. Me cambian y vuelven otro, me convierten en un hombre controlado, amaestrado y dominado por una autoridad sin rostro, por una carente de consciencia y al servicio de las farmacéuticas.
La conclusión a la que llego es algo contradictorio y a la vez ambiguo. Todas esas medicinas son útiles, funcionan, pero a que precio, en muchos casos la creatividad, en muchos casos la personalidad de uno, en muchos casos... Aunque vale la pena si uno lo acepta y lo prefiere, en cambio si no se quiere no se debe de procurar hacer que se consuman las drogas. Pero no se que hacer con las personas que ya no están en este mundo (un miedo que es enorme), supongo que la forma sería intentar regresarlos y una vez aquí preguntarles si desean los medicamentos o no.
Yo en lo personal las quiero y me agradan, me caen bien y supongo me sirven, ahora puedo hablar, puedo jugar y puedo relacionarme, perdí bastante creatividad y perdí muchas cosas que no sé donde quedaron, pero puedo concentrarme en algo, puedo dormir más horas de las que solía dormir y no estoy más deprimido.

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