lunes, 19 de septiembre de 2011

Libérense

Llegó el momento y me dispuse a trabajar, buscar un poco del poder escondido en los renglones del tiempo, todo para dar con una pared inmensa, viendo todos correr y bajar, mientras yo los admiraba desde el final del autobús.
Contengan el aliento, deténganse un momento, observen a su alrededor, sí están en un espacio cerrado salgan y vean al mundo, se darán cuenta que no le importó saber si estaban leyendo o no, sí están al aire libre, dense un respiro, manténganse en contacto con su entorno, no se pierdan en el mundo virtual, observen este cielo que ahora se nos presenta, atrévanse a salir y destruirse un poco las rodillas (yo no porque me da miedo, a quien engaño).
Creo que estamos olvidando nuestro medio por introducirnos a uno donde aparentamos tener más control de las situaciones, es un miedo a lo desconocido que se nos presenta fuera de la puerta, o fuera de lo seguro de unas teclas. Sé que no hablo de todos pero si de un gran número de cibernautas o al menos algunos, o ninguno, vamos no importa cuantos sean sino que mientras se meten a su computadora o dispositivo se pierden y olvidan con quienes están. Es como esas parejas que estando en su derrame de miel se olvidan que hay más personas en la mesa.
En fin, digo que la gente está a tu alrededor y puedes comunicarte primero con ellos y después con los que están distantes en el mundo, yo soy solitario, entonces no tengo mucho problema con estar aquí sentado y escribiendo mientras observo como el cielo amenaza tormenta

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