Estaba el baile completo, los disfraces, el juglar en el centro, el arlequín a su lado y el bufon al frente, haciendo mella causando revuelo, gritando improperio, acurrucados en su lecho de nubes y cielo. Los colores de los tres afectaban las pupilas, los tres hablaban y bailaban. Se burlaban de todos y sólo podían reír, enfrascados en la sumisión de un ser tan brutalmente bendecido, quien podría replicar sus sentencias, el rey bajaba la cabeza ante ellos.
Partían cabezas con las palabras, arremetían hasta con el caballo real, la reina se inclinaba ante ellos, tenían el poder. Tener la ventaja de decir y hacer lo que quieras, ese poder que se les fue a la cabeza. El juglar embelecía las noticias, las transformaba en mitos, el arlequín improvisaba y saltaba, pobre en apariencia, rico en destreza.
La música aligero el paso, los tres dejaron a todos boquiabiertos. Se escuchaba el silencio fluir por los poros de todos, la obediencia al bufón llegó tan lejos. La cabeza del rey rodó. Ante el arlequín se posó, un nuevo rey y dos nuevos generales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario