Salen de entre todos y cada uno de los rincones de la habitación,
uno a uno juntándose, arremolinándose, comprimiéndose
arremetiendo una linea contra la otra. Flujos de colores, corpúsculos de tinta
fría y cálida, atenuándose, filtrándose por mis
poros, llevándome, siguiéndome. ¿A dónde me llevarán? Se abren las
puertas de una luz exótica, una figura latente de dos segundos, un dibujo
aparente de vida, una urna en el firmamento, un segundo de dos horas, un minuto
de eternidad, un enfrentamiento en mi interior, el cambio es constante, la
permanencia es voluntaria, los ojos se asemejan a una cortina.
Llámenme loco si por ver esto en este momento tan real como lo que
así quiero, hagan la idea de tomar las riendas del universo y denle movimiento
a lo que no lo tiene, denle vida a lo muerto, quítenle las extremidades a la
mesa, frenen los impulsos eléctricos en el sistema, avancen pérfidos por
las cataratas de un nivel imaginario...
Hablo de las manchas estampadas en la frente de las paredes,
esos arco iris luminiscentes, esas rabietas de un niño pequeño gritando en
YCMK, los tres tipos de gris entre las plazas abiertas, un corredor despertado en la mañana. ¿Entendieron? Hablo de las ocurrencias de un supuesto loco, hablo del correr de una imaginación creando espacios abierto en la celda de su cuerpo, humilde y un tanto inconsciente, hablo de lanzarse al precipicio y dejarse llevar por las corrientes de unos latentes colores alados.
Mientras me siguen estos destellos de colores que al parecer nadie más ve, me dedico a apreciarlos y digan que mi mirada fija ve al infinito, cuando se deja cautivar por una gama de resplandores que a nadie más competen, solo en esta banca del parque veo pasar a todo en disfraces así fue el día hasta regresar a casa...
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