Así transcurren los días, negros o en ocasiones grises, en momentos con claros y falsas sonrisas, por momentos en amargos sin sabores y compromisos indeseados. Así transcurren sus días, sin gloria ni festividades, con pocos abrojos y enfrentamientos sulfurantes.
Así...
Así es la vida monocromática de un personaje que vive en blanco y negro, que se remite a las acusaciones de gente completamente desconocida, de fuerzas sobrenaturales que lo acosan por no poder entregarse por completo a la vida que se disfruta cada día, por segregarse de todos y cada uno de los presentes en este mundo. Así corre por los campos de un pantano, con la camisa corroída de no lavarla, de dejarla puesta para ver si se le pega al cuerpo.
Sincero se despide de todos sus allegados y les entrega una carta de reconocimiento por sus actos para con él. Pidiendo que nadie le pregunte las razones que lo llevan a hacer todas estas maniobras excesivas de un demente cualquiera, pero él no es cualquiera, es tan sólo un ente solo, vagabundo y despersonalizado.
Bonito el recuerdo de la ausencia, agradable la sensación de la inexistencia, y sobre todo la idea de perecer sin que nadie lo sepa. Analizando así que nunca tuvo sentido hacer o deshacer.
Semanas mas tarde se encuentra en ese paraje deshabitado para terminar lo que empezó, para dar rienda suelta a sus elucubraciones maquivélicas, es ahora todo tan simple, tan fugaz será el fin, tan reducible a nada.
Así, por último, se le dibuja una sonrisa en el rostro, como si un artista lo hubiera planeado toso, como si la razón última residiera en lo que va a hacer. No lo debieron dejar partir en medio de la noche que ahora lo sigue. ¿No debió la luna detener su mano? No, el estaba decidido, sabía bien las consecuencias y las causas de su actuar, era la única salida para eliminar el tormento de la realidad.
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