Pasa que cuando más alto estás pierdes el suelo y te enfrentas a un sin fin de corrientes que te hacen dudar del vuelo, que no hallar un paracaídas da miedo y descubrir que las alas son de cera es de las cosas que más aterran.
Enfrentar a un vacío interno y una falta de ideas corrompe el estado de tranquilidad y te coloca una venda alrededor de los ojos que impide ver un futuro y así los planes dan miedo y alteran los nervios. Arremetes contra todo cuanto tienes enfrente y buscas por las partes destruidas en todos lados, mi primera impresión de está noche, la luna hermosa en lo alto, yo aquí abajo observando, triste y enfermo, con píldoras en mi organismo y sin poder dormir.
Ustedes dirán que no comprenden, pero un poco de azúcar, hablando de caramelos los hará entender que pesan los párpados y no se pueden cerrar, con tanto de uno en el dos. Lentamente pierdes el sentido de la vida que llevabas y las metas se hacen difusas y borran los esquemas. Abres los antiguos cofres y los notas brillantes, pero siguen igual, siendo basura que otros han dejado olvidada en la calle.
Te abres el cerebro y la arena brota de ese agujero negro que envuelve la caricia de una mujer distante, lejana, abres el cráneo y las dunas registran una habitación que no las puede contener. Y al ser de noche el viento sopla gélido y cortando tu circulación, tus manos se entumen y aguardas al sol que calcine todo lo que eres, pues hambre no tienes y sólo así puedes quemarte, con un sol en la punta de la bóveda.
La araña te muerde los pies y te desangra, te arrebata la fluidez con la que podías observar y sonreír, pero estás solo en el basto terreno que sustituyo a tu materia gris, sin agua, sin vida y a lo más seres bien adaptados que habitan los alrededores que dejaste por ahí
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