domingo, 30 de diciembre de 2012

Fugaz

Las noches en vela, en un silencio constante. Así pasa que escucho ahora música en soledad, como no tengo gente a mi alrededor (obvio), en un agujero negro sin solución. Si tuviera un regazo donde morir sería más sencillo, pero carezco de esa suerte.
Aguardando el trueno del cañón de la buena obertura, con el único deseo que se despierten los maniquíes que ahora duermen, que el rugido viaje por el cosmos rompiendo los silencios. Saben los planetas que no tengo la luz para iluminar. Les juro que no estoy necesitado de amor, pero eso no interesa, lo primordial es recuperar la respiración. 
Quiero pensar que necesito ver, o verla, o vernos. Digo, puede ser. Pero prefiero la vida de gitano errante, vagando por los campos y tener la fama de ladrón, un tanto despreciado, y ser despreciable. Pillando como estrella fugaz, bajo la creencias de deseos cumplidos, embaucando ingenuos individuos con su suerte. Hace tiempo que vengo necesitando un puerto donde descansar, donde pueda pensar que necesito no continuar el continuo movimiento.
En que terminaré por convertirme, un albatros que no sepa aterrizar, por tanto vuelo, cayendo a tierra mientras los cazadores quieren mi cabeza; transformarme en cometa que corra en el cielo, dibujando una estela que se corrompe en cristales estallando en vapor, rompiendo silencios. El pez que no sabe nadar, asfixiado en medio del mar, agujero negro como respuesta a matemáticas que no pueden hacer física. ¿En qué creen que me convierto en las noches en vela?

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Frío


Criogenizado desde la última vez que nos vimos
Un recuerdo de angustia
Corrígeme de esta ruta absurda
Separado, parado sin tiempo
Sudor que se seca en el instante
Congelado, sin aliento
Me falta la fuerza, ganas de verte
Encantado en hechizo fatuo
Sin encanto asfixiado

No tengo salvación
Carente de realidad,
Obcecado por la ausencia
Por donde entro no salgo
Escape del vientre salado
Madre apartada, sin ilusión
Degollado implorando
Sin casa que me de asilo

Escape del corral
Sin zorros ni gallinas
Cuerpo triste con mirada alegre
Refugio en no sentir
Larga vida en el tiempo que se para
Todos tratan de esconderse
Mi facha de delincuente
Sin atracos no es bastante

Agujas que no me comprenden
Filos que me desangran
Píldoras que sofocan la vida
Y las venas reventando
Pero ni tú me miras
Olvide estoy en el tiempo
Congelado e invisible…

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Soleddad

De cuando la soledad pesa: a eso me refiero cuando estás sentado frente a la nada, vacío y sin ataduras.
         
          Un día corres libre con la voluntad hecha un mar tempestuoso y sin la necesidad de ver gente a tu alrededor y crees que todo debe tener sentido. Solo puedes contra toda adversidad, sin embargo, es falsa toda sensación de fortaleza frente al implacable y devastador ente, La Sociedad. Quieres ser viento y huir de  el pudor. Quieres no morir y no ser un mortal vil.

         Así es la realidad, no hay libertad, no existe la fuga del alineamiento, ser parte de la gran fila. Pero el juramento es este: No ceder ante nada, no temer a las cadenas, no sufrir el ostracismo auto-infligido. Todo ello sea por vislumbrar la luz de entereza, una atisbo de verdad (imposible para el humano de asirla). El secreto de la antigüedad y ver lluvia de penas, gotas desesperadas, no sentir culpa de todo cuanto sucede en el mundo, inquebrantable. El peso será mucho y no causará daño alguno en el hombre que merece la condena de hacer el cambio. Supóngase que no hubiera humanos nacidos para la batalla, el Val-Halla no tendría sentido, las Valquirias no existirían y qué sería de mí sin sangre que derrame mi hacha de guerra.

          No gastemos la rabia en los juegos insensatos de la política. No caer en el juego trivial del desgaste por acción contenida, forzar la ira y encausarla a la creación de un mundo peor que este, un sitio donde los espectros sean el pan de cada día. Donde no se pueda discernir entre la realidad de la fantasía. Estamos solos y con miedo, pero no nos impide, nos molesta, pero es mayor la sed de avanzar. Solo, paso a paso en soledad, el infierno en el interior, la soledad amarga, no la soledad mecánica, no esa que pasa por ir de un sitio a otro y tener que callar debido a que no hay nada que decir; la soledad densa, esa que pesa y sobrepasa toda fuerza humana.

          La soledad es la herramienta para descender al hades, despojado de toda unión, sin esperanza, un humano de acción, abandonado a la suerte. La fuerza obtenida por el reconocimiento inherente a vagar sin humanos cerca. La carretera abierta, dejar ciudades, volver y narrar historias, lo inenarrable que es la experiencia. Perderlo todo y caer en cuenta de que TODO nunca estuvo, es simple. La herramienta, esa maldita que succiona la amistad, que separa al que la usa, que brinda más comodidad al que la domina y salva de la desconfianza, que permite salir con la cabeza en alto ante cualquier adversidad. Te impide mantener la cabeza sin pensar, es imposible estar en soledad y no maquinar ideas de envergadura inmensa.

         La soledad, el otoño donde se cosecha, donde uno cae como hoja, donde surge vida y se muere, almacenar para el invierno, cuando el frío aumenta y se suspende el crecimiento. La soledad como sustituto a la realidad...