Volviendo a mis razones por las cuales decidí ser quien soy, descubro mi impaciencia por la sutil realidad que se entrega a mis ojos como magia pura. Junto a la columna de metal me senté aguardando como suelo hacer ¿pero qué? No sé, simplemente espero a que algo pase, a la expectativa, alerta. Intentando no usar la razón cuando estoy sumamente acostumbrado a está, buscando nuevos horizontes que me permitan crecer. No consciente de mi destino, ignorante de si existe tal cosa, busco forjar algo con acciones dignas de la tan anhelada trascendencia.
Hasta la fecha no me arrepiento de nada. Es hoy que encuentro en el pasado un dejo de aprendizaje, todo lo que has vivido implica una repercusión en el carácter, sin importar el camino que ande seguro estoy de algo, llegaré a donde deba llegar.
Acepto mis vicios, buscando maneras de hacerlos mis virtudes, son parte de mí, viviendo y conviviendo con cafeína y nicotina. Encuentros con ellos tan sólo me indican cómo puedo hacer de ellos más que un impulso que un freno. Gracias a eso mi afán por enaltecerlos, explicar la dicha que me salea flor de piel, el humo por la garganta, la cafeína por el torrente sanguíneo.
He leído y me vuelvo un ser extraño para el reflejo, intento analizar y descubrir que es lo que me pasa, tengo las letras en mi cabeza por horas, buscando un poder que no logro abstraer, no pienso en la capacidad de imponer mi voluntad sobre las otras, es más bien un deseo por la habilidad de controlar a la persona que cuenta esto, son las ideas las que me obligan a cabalgar por mones inenarrables, por lo tanto mejor callar lo que no puedo hablar.
En fin, debo decir que las razones siguen vigentes primera regla de supervivencia sonrían y digan que sí, eso les dará tanto en que pensar, tanto que hacer y no obtendrán tantos problemas, suelo decir que pedir hace al hombre flojo, por eso trabajar en lo que a uno incumbe, intentar y como resultado no entenderán lo que no es la vida cosa a la que todo pertenecemos…
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