Escribir es una delicia, es tan bello hacerlo. Escuchando la puerta abrirse, complementemos la idea. Fueron seis cuadras las que navego el transeúnte admirando los espejos de un edificio, esa inmensa construcción que dejó en la primer cuadra. Todo transcurría en cámara lenta, admirando los paisajes de un mostrador, con las hermosas mujeres mostrando prendas, con la mirada al cielo, perdida.
El viajero despertó en la noche, salió a vagar, a intentar encontrar, a saber que no debía y por ende no temía. Tranquilo se dispuso a tomar los zapatos que tantos kilómetros habían recorrido juntos. Irracional lo llamaban sus conocidos, inteligente los genios del manicomio, inmortal los dioses. Agrupaba las características de un hombre sin miedo, dispuesto a hacer todo lo que le pusieran enfrente.
Los segundos transcurrían en esas seis cuadras, el tiempo se convertía en algo intangible, en una idea apartada de la realidad y sus memorias lo asaltaban en girones que arremetían contra todo lo que no figuraba en los dominios del sol, la luna acompañaba los pasos del viejo navegante contrariado por las inclemencias de un pasado sórdido, fomentado por la inexperiencia de un baile, la falta de movimiento en las articulaciones.
El grito desgarrador lo arranco de sus ensueños. El grito lo despertó en un instante y su vida le recordó los viejos salones donde se divertía, donde podía ser él, finalmente supo quién era y donde estaba, la luz eléctrica lo deslumbro, sus extremidades fueron polvo al viento, su mirada se contrajo, la implosión era inminente, con las miradas vacías del resto de los transeúntes que recordaban a sus familiares muerto, él despierto, él solo, él abandonado, sin nada porque continuar. El fuego recordó al monstruo que era, los policías buscando detenerlo, pero como asir lo que no está aquí, como podrían saber lo que fue, el grito lo atormentaba, “¡Callen a esa mujer!” les gritaba, pero no podían entender lo que intentaba decir. Disparos a diestra y siniestra, y cuando al fin conoció que debía marcharse, de ser uno con el todo, que podía descansar, se desvaneció, se elevó, trascendió.