Algún día todos se darán cuenta de lo irrelevante que es la vida.
¿A qué me refiero con esto? Si bien todos creemos que nuestra vida tiene un significado importante para algo, lo que sea en realidad, esto no es más que la ilusión de significar nuestra existencia. Sin embargo, y esto es lo decepcionante, nada de eso importa para la Existencia, nuestra estadía en este mundo, o si lo prefieren universo, no cambia en absoluto el que seamos algo.
Algunos han dicho, que a pesar de ser un absurdo el que estemos aquí, lo que importa es el ser feliz, que nuestras acciones tienen valor en tanto que nosotros las valoramos, que somos nosotros los que le damos significado a todo esto, pero esto sólo es una ilusión más a la que nos adherimos por no poder soportar el golpe directo al rostro que representa nuestra insignificancia.
Anteriormente el humano podía encontrar significado en ciertas certezas incuestionables, como lo fue un Dios cristiano, judío o hasta musulmán, pero hoy en día (y hablo desde el occidente) no contamos con eso. Así que nos refugiamos en la idea de una ciencia todo-poderosa que nos salvaría del vacío absoluto al que nos enfrentamos ahora. Podemos ver nuestras carencias observando a las masas. Dentro de ellas se mira como aprecian cosas banales, fútiles, que así como nosotros, tienen fechas de caducidad. Pues al ser materiales, todo lo material pertenece al conjunto de cosas que se perderán en el mar de la nada. Siendo esto, ¿a qué nos queda aferrarnos? A nada. Debemos aceptarnos como nadas que se perderán en los abismos de la nadeidad, ahí donde no importa la realidad. Y después de vernos tanto tiempo sin ojos, volveremos ciegos y sin sentidos, así al fin podremos darnos cuenta de que todo en lo que hemos creído no significaba y era tan sólo la ilusión de tener algo con significado, porque no podemos vernos a nosotros mismos carentes de significado.
Pero si esto tampoco importa, ¿por qué escribirlo? No hay motivo. Eso es lo interesante, no importa si lo hacemos o no, tampoco si le damos algún significado. Sólo importa hacer. No es que seamos responsables de todos, ni que estemos condenados a la libertad. No tenemos condena, somos impunes en el fondo, no tenemos que cargar con la conciencia, ni siquiera con la memoria. Sólo tenemos que dejar de engañarnos con una supuesta valorización de la realidad, que sólo nos limita. Es más bien que al darnos cuenta de esto, podemos ser desencadenados del absurdo y abrazar el absurdo en sí mismo. Entregarnos a una nada que nada pide y nada exige, ser absurdos.